Introducción
Con la exhumación de Franco el 24 de octubre de 2019, volvió a surgir un debate en la sociedad española sobre la verdadera importancia que tiene la recuperación de la memoria histórica, así como la condenación de la dictadura y la figura de Franco. Este hecho demuestra que aunque parezca un tema lejano y olvidado, el movimiento de recuperación de la memoria histórica sigue estando presente en la actualidad, y aunque se hayan logrado ciertos avances, todavía queda mucho por hacer para que todas las víctimas y sus familias consigan justicia.
El movimiento de recuperación de la memoria histórica en España surge a partir de los años 1980, y sobre todo a finales de los años 1990 y a principios de los 2000 para generalizar una reinterpretación de la guerra civil española (1936-1939) y la dictadura franquista desde el punto de vista de los vencidos y víctimas. Este movimiento es consecuencia de la falta de justicia e indemnización recibida hacia el bando republicano. Por tanto, lo que se busca es integrar las memorias y testimonios individuales de las víctimas, dentro de la historia “oficial”. Así, se asiste al desarrollo cada vez más importante del movimiento de recuperación de la memoria histórica en España desde los años 1980.

Se habla de movimiento porque es un proceso histórico cuya meta principal es denunciar el “pacto del silencio” que oculta las represiones franquistas y reinterpretar la Guerra Civil y la dictadura franquista mediante el testimonio de los vencidos y de sus familias. La recuperación consiste en la reapropiación de la memoria de los “vencidos” por varios actores como los vencidos, intelectuales, artistas, historiadores, los descendientes de víctimas, es decir los hijos y nietos, asociaciones o partidos políticos como el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y Podemos. Durante mucho tiempo, este trabajo de recuperación de la memoria histórica no fue realizado por historiadores españoles, sino por historiadores extranjeros y la sociedad civil española constituida por las víctimas, de la gente cercana y de las asociaciones. La recuperación alude también a la reescritura de la historia en el espacio público y al rechazo del “relato oficial” desarrollado a partir del periodo de la Transición democrática (1975-1982), y marginalizando el testimonio de las víctimas. De manera general, la memoria es la transmisión de recuerdos individuales y colectivos. Puede ser objetiva, subjetiva o parcial. Se transmite, se salvaguarda, se revela y se descubre. La memoria evoluciona y supone elecciones y olvido. En esta exposición, se trata de la memoria de los acontecimientos. En efecto, hay dos memorias: la de los vencedores y la de los vencidos, es decir de las víctimas del franquismo. Las víctimas son los republicanos y todos los individuos que fueron víctimas del franquismo. Esta noción de memoria alude a una sociedad dividida entre la recuperación de la memoria republicana y los revisionistas que organizaron una demonización de la izquierda y construyeron una visión del golpe de Estado de 1936 como única solución. El movimiento de recuperación de la memoria histórica en España está formado en su mayoría por jóvenes de la tercera generación de esta historia, es decir, nietos de las víctimas que reivindican la justicia y la memoria privada de sus abuelos en el espacio público. Por lo tanto, su principal objetivo es el de reescribir la historia reciente basándose en esta memoria.
En el marco de esta exposición, cabe remontarse al periodo del fin de la guerra civil española y del inicio de la dictadura franquista, en 1939, para entender la influencia de las raíces históricas sobre el movimiento de recuperación de la memoria histórica en España. Al fin de la Guerra Civil, se construye una memoria única, oficial e incompleta por los vencedores. Cabe también analizar el movimiento de recuperación de la memoria histórica en España hasta hoy, porque es un proceso perpetuo desde los años 1980.
Así, ¿Por qué el tema de la memoria histórica sigue siendo espinoso en España a pesar del desarrollo del trabajo de recuperación de la memoria histórica a partir de los años 1980?
Para empezar, cabe analizar las raíces históricas del conflicto memorial español para entender los obstáculos a la constitución de una memoria de los vencidos después de la Transición (I). Luego, hay que matizar los avances y los límites del trabajo de recuperación de la memoria histórica desde los años 1980 (II).
I. Las raíces históricas del conflicto memorial español
Una memoria única, oficial e incompleta (1939-1975)

Para comprender por qué este movimiento es tan necesario es importante en primer lugar analizar los precedentes históricos. El fin de la Guerra Civil llegó con la derrota absoluta del bando repúblicano y la victoria del bando sublevado, liderado por el General Francisco Franco. Esta victoria supuso la imposición de una dictadura hasta 1975 con Franco a la cabeza de nuevo, que se caracterizó sobre todo por la fuerte represión que sufrió la oposición, haciendo callar su memoria para finalmente provocar su desaparición, sustituida por una historia desde el punto de vista del régimen que se fundamentaba en la implantación y adoración de la imagen de Franco. Esto se puede observar tangiblemente debido a la instauración de edificios, estatuas, esculturas, nombres de calles y placas cuyo objetivo principal era celebrar el régimen a la vez que silenciar la voz de los vencidos. Algunos de estos símbolos han ido evolucionando y cambiando para presentarse de acorde a la democracia actual así como Ronda de Atocha, antes General Primo de Rivera, o Santa Engracia, anteriormente Joaquín García Morato. Aún así, y a pesar de los esfuerzos de algunos partidos por cambiar esta realidad, aún quedan más de 1 000 calles con nombres franquistas, a parte de estatuas y añadiendo por supuesto el Valle de los Caídos, lugar de homenaje en el que Franco estuvo enterrado hasta 2019.
Cabe mencionar también que durante esta época de dictadura, en las escuelas y centros de educación se expandió un modelo que buscaba borrar todos los avances educativos instaurados durante la Segunda República, basándose en el patriotismo y en la obediencia al Caudillo y a las autoridades, con una gran influencia de la Iglesia Católica. Esto provocó que los niños que recibieron esta educación aprendieran una historia creada por el régimen que ignoraba la memoria del otro bando. Además, cabe hacer alusión a los casos de bebés robados durante la dictadura. El régimen franquista, con el apoyo de hospitales y órdenes religiosas, robó niños recién nacidos durante partos a familias de vencidos al considerar que no iban a criarse en un buen ambiente y se los vendía a “familias de bien” en las que se les inculcaban los valores del régimen. Lo que así se consiguió fue que estos niños fueran un instrumento para expandir el olvido de la memoria de los republicanos, impidiendo que estos pudieran pasársela a sus hijos y nietos. Lo más intrigante de esta historia es que la mayoría de estos casos no han sido nunca juzgados y que este negocio siguió hasta bien entrada la democracia, por lo tanto estos niños nunca conocieron a su verdadera familia.
Los esfuerzos del régimen finalmente consiguieron que la memoria de los vencidos fuera muy limitada y causaron una gran dificultad para recuperarla cuando ya se había instaurado la democracia. Una vez habiendo mencionado los problemas de memoria a nivel civil, incluso en el nivel intelectual fue prácticamente imposible para pensadores, escritores y poetas republicanos mantener viva su memoria, ya que muchos acabaron en la cárcel, tomando como ejemplo los poetas Marcos Ana o Miguel Hernández. M. Ana fue encarcelado durante 23 años, y M. Hernández murió encarcelado. Los únicos testimonios que pudieron quedar son los de aquellos españoles e intelectuales en el exilio, tales como Antionio Machado, que escribió recurrentemente sobre el sufrimiento de su tierra.

¿Olvidar para reconstruir? (1975-años 2000)
Tras la Guerra Civil y la consiguiente dictadura franquista, la sociedad española tuvo que hacer frente a una transición a la democracia entre 1975 y 1982, periodo comprendido desde la muerte de Franco hasta el año en el que el PSOE gana las elecciones por primera vez después de la dictadura, en la que debía unir a dos bandos enfrentados por más de cuarenta años y en la que debía curar las heridas de los vencidos de la guerra y por lo tanto, víctimas de la dictadura.
Con el fin de instaurar un régimen democrático, una coalición política formada por partidos de izquierda y de derecha, llamada Unión de Centro Democratico y liderada por Adolfo Suárez, decidió establecer una amnistía recíproca a partir de ciertos decretos y leyes. La primera se realizó el 25 de noviembre de 1975 con la proclamación de Juan Carlos de Borbón y Borbón como rey de España, gracias a la cual 700 presos políticos fueron liberados, aunque no hizo posible el regreso de los exiliados. Tras este primer intento y gracias a la movilización popular, en julio de 1976, un nuevo decreto incluye la liberación de los presos por todos los tipos de delito político, excepto aquellos que pusieron en peligro la vida humana, lo que permitió la liberación de 300 presos más. Este proceso finaliza en 1977, con una nueva Ley de Amnistía que establece amnistía por esas penas de prisioneros que permanecían en el exilio.
Así pues, esta amnistía y consecuente “pacto del olvido” fueron adoptados por las élites para borrar los traumas y conflictos del pasado y construir así una paz democrática, logrando la reconciliación nacional. Sin embargo, el principal problema fue que no solo los prisioneros políticos de la era franquista fueron liberados, sino que los delitos cometidos por las autoridades franquistas fueron de igual forma olvidados y quedaron sin juzgar, impidiendo así a las víctimas conseguir justicia y reparación moral y material.
Para explicar la imposición de este olvido mutuo, es imprescindible analizar el contexto de la sociedad española en ese momento. En primer lugar, la presencia del personal jurídico y administrativo franquista en el nuevo régimen democrático, con cerca de tres cuartos de los ministros, dificultó la posibilidad de juzgar a los antiguos cargos de la dictadura, ya que eran en su mayoría los mismos. A esto hay que añadirle la escasez de resistencia por parte de la oposición. Esto ocurrió debido a la falta de equilibrio entre las dos fuerzas políticas, ya que la izquierda no tenía fuerza suficiente para impedirlo y por la necesidad de poner fin al enfrentamiento entre las dos Españas. Pese a que el objetivo era compartir la culpa y las responsabilidades de la Guerra Civil, este pacto falló en separar los crímenes de la guerra con los posteriores crímenes de la dictadura.
Los obstáculos a la constitución de una memoria de los vencidos después de la Transición democrática

A parte de lo mencionado precedentemente, la persistencia de la violencia en la sociedad española, tanto física como simbólica, fue otro de los motivos que llevaron a mantener el “pacto del silencio” una vez la democracia había sido ya instaurada. Esta violencia fue llevada a cabo especialmente por los grupos de extrema izquierda, de extrema derecha y por el terrorismo producto del conflicto vasco, con grupos como Euskadi ta Askatasuna (ETA), Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre (GRAPO) o Batallón Vasco Español (BVE). La incertidumbre que dejó la muerte de Franco en 1975, hizo que viejos miedos volviera a florecer en la población española tales como una nueva Guerra Civil o la instauración del comunismo. Esto se materializa en ciertos actos tomando como ejemplo los atentados cometidos durante la “Semana negra” en Madrid en 1977 o el intento de golpe de Estado militar en 1981 por Antonio Tejero. Por lo tanto, la memoria republicana fue apartada del espacio público para evitar nuevos estallidos de violencia.
Además, otro obstáculo para revivir la memoria histórica fue el uso de violencia por parte del Estado, especialmente durante el gobierno socialista de Felipe González, debido a la dureza con la que intentó reprimir el terrorismo territorial, digna de eras franquistas, con métodos tales como la tortura o el uso de “guerra sucia” mediante la creación extraoficial de grupos violentos contra el terrorismo. Esto significa que los primeros gobiernos democráticos siguieron imponiendo este silencio frente a la memoria histórica porque condenarlo sería condenarse a ellos mismos y los crímenes que habían seguido cometiendo una vez instaurada la democracia. En 1996, la derecha volvió al poder con el Partido Popular (PP) y el presidente Jose María Aznar, lo que ralentiza de nuevo la creación de una memoria que incluya a los vencidos. Esta ralentización se ve reflejada en la negativa del PP a participar en iniciativas propuestas por la izquierda desde la oposición, por ejemplo, el rechazo a condenar el golpe de Estado franquista en 1999, aunque terminó siendo condenado en 2002. Esta situación mejora notablemente con la llegada de un gobierno socialista de izquierdas liderado por José Luis Rodríguez Zapatero en 2004, el cual establece en 2007 la Ley de Memoria Histórica o la instauración del año 2006 como el “Año de Memoria Histórica”.
Transición: Una vez explicado el porqué de este silencio (I), cabe volver a remarcar que los intentos de llevar la memoria histórica al espacio público han sido realizados en su mayor parte por la sociedad civil española, y más específicamente por las organizaciones y las asociaciones, no el Estado o el Gobierno, ya que como mencionado anteriormente, el silencio y la falta de condena hacia los crímenes franquistas fue el resultado de una decisión tomada por la élite basada en la inestabilidad de la sociedad española del momento, la incertidumbre, y el miedo a un nuevo enfrentamiento violento entre ambos bandos (II).
II. Los avances y límites del trabajo de recuperación de la memoria histórica
Un trabajo de recuperación de la memoria histórica incompleto (años 1980-años 2000)
Entre los años 1980 y los años 2000, fue la sociedad civil, es decir, principalmente intelectuales, artistas e historiadores los que llevaron a cabo el trabajo de recuperación de la memoria histórica.
Cuantiosos historiadores foráneos produjeron trabajos que tratan del tema de la Guerra Civil y de la dictadura franquista puesto que durante este periodo podían hablar sin que explotara un debate conflictivo porque no eran españoles. Realizaron un trabajo objetivo de búsqueda, sin comprometerse. En efecto, no se trataba de los miembros de su familia, por ejemplo. En The Spanish Civil War (1982), el historiador británico Antony Beevor realizó un importante trabajo de investigación y de documentación histórica porque, según él, “todavía nos rondan los fantasmas de las batallas de propaganda que se libraron hace setenta años”. Su obra constituye una gran síntesis general que revela cuantiosos elementos claves relativos a la guerra civil española. Pocos numerosos fueron los trabajos de historiadores españoles porque era un tema demasiado espinoso y personal, y los historiadores españoles no se atrevían discutir el asunto.

Muchos intelectuales como cineastas rodaron películas notables que muestran la barbarie del franquismo y el mecanismo de selección de la memoria en beneficio de los franquistas, y en detrimento de los republicanos, es decir de los vencidos. Por ejemplo, ¡Ay, Carmela! (1990) del director español Carlos Saura revela la violencia del régimen franquista con la eliminación de los opositores políticos y combatientes de las Brigadas Internacionales durante la guerra civil española. Asimismo, el británico Ken Loach denuncia en Tierra y libertad (1995) la represión franquista. Autores españoles escribieron novelas notables como Manuel Rivas con El lápiz del carpintero (1998). Estas novelas tuvieron éxito entre los lectores españoles y en la opinión internacional. Así, todas estas obras intelectuales o artísticas contribuyeron al trabajo de recuperación de la memoria histórica en España puesto que hablan de la dictadura franquista, de la guerra y de los héroes, pero no se aludía a todas las víctimas del franquismo.
El papel de la sociedad civil para abrir el debate (años 2000-2004)
En 1997 se funda la Asociación para la Creación del Archivo de la Guerra Civil, las Brigadas Internacionales, los Niños de la Guerra, la Resistencia y el Exilio español (Archivo, Guerra y Exilio, AGE), en la cual diferentes clases de vencidos se unen para reclamar una indemnización de las víctimas, basándose en la discusión de la memoria de testigos reales. Cabe remarcar que fueron miembros de esta organización los que realizaron las primeras exhumaciones, particularmente la de 6 guerrilleros en el Bierzo.
Para profundizar en la cuestión de las exhumaciones y las fosas comunes, Emilio Silva crea la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) en 2000. El caso del fundador de esta asociación es particularmente interesante porque encontró en 2000 el lugar exacto de la fosa en la que fue enterrado su abuelo y 12 otras personas, “los trece de Priaranza”. Fue un punto de inflexión la exhumación de los “los 13 de Priaranza”, ya que se usó por primera vez la técnica ADN para identificar los restos. El abuelo de E. Silva fue fusilado en 1937 por razones políticas. Como otros nietos o hijos quería saber lo que pasó de verdad durante la guerra, lo que podía explicar la desaparición de su abuelo. Así pues, en 2000, decidió crear la ARMH para ayudar a todas las familias de desaparecidos de la guerra y de la dictadura. La ARMH se basa en una hipermediatización de su discurso para conseguir un mayor impacto, y por lo tanto, difusión de esta recuperación. De esta forma, la asociación se convierte en un instrumento que logra completar el hueco que dejan las instituciones oficiales. En la ARMH, el dolor de los familiares se colocan en el centro del proceso de exhumación y recuperación de memoria histórica. Los medios de comunicación españoles y extranjeros hicieron eco de esas investigaciones: fue el inicio de la insurrección contra el olvido. En 2002, E. Silva dirigió a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) una petición para que España realizara el trabajo de investigación de sus desaparecidos. E. Silva escribió en 2003 con Santiago Macías Las fosas de Franco para dar a conocer este problema del pasado español.
Existen también otras organizaciones que se encargan de este trabajo, tales como la asociación Foro por la Memoria creada en 2003, como una rama del Partido Comunista Español, y por consiguiente asociada directamente a este. Esta asociación politiza la recuperación, convirtiéndola en una lucha de clases que afecta a la lucha contemporánea. Su objetivo es el de usar las exhumaciones como instrumento para reclamar sus fines políticos desde el intento de recuperación de la memoria colectiva.
Desde 2004, la memoria evoluciona, entre adelantos y debates violentos

A partir de 2004 y de la llegada al poder de José Luis Rodríguez Zapatero como presidente del Gobierno de España, el poder político fomentó el debate a propósito de la recuperación de la memoria histórica en el país. Se abrió una comisión entre todos los ministerios españoles el 11 de septiembre de 2004 para que los representantes políticos reflexionaran en una ley. Este proyecto fue muy controvertido. En efecto, algunos y en particular miembros del PSOE dijeron que era necesario abrir esta comisión para cerrar las heridas del pasado, mientras que el PP y sus partidarios pensaban que era inutil abrir de nuevo las heridas del pasado. Este proyecto dividió mucho a los españoles porque suponía poner en tela de juicio el trabajo de la Transición democrática en España. Antes de definir la ley, los diputados realizaron un largo trabajo y tomaron medidas simbólicas como el desmontaje de la memoria oficial, legado del franquismo. En efecto, las estatuas de Franco fueron desmontadas y la toponimia de calles y pueblos modificada, por ejemplo. Por añadidura, 2006 fue declarado año de la Memoria Histórica en España. Después de cuatro años de debate, la Ley de Memoria Histórica fue votada el 26 de diciembre de 2007. La meta esencial era el reconocimiento oficial de las víctimas del franquismo por el Estado. Concretamente, el Estado español invirtió 19 millones de euros para aplicar la Ley de Memoria Histórica. Se subvencionó la recuperación de la memoria histórica con 19 475 985 euros para 642 proyectos - exhumaciones de fosas, monumentos, homenajes, recogida de testimonios, censos, cursos, exposiciones, publicaciones, documentales, estudios - entre 2006 y 2010. Se concedieron también 855 títulos de reconocimiento para las víctimas de la Guerra Civil y la dictadura, y 93 344 solicitudes de nacionalidad española para hijos y nietos de personas que la perdieron en el exilio son concedidas.
Desde su creación, la Ley de Memoria Histórica es una ley controvertida porque fue deseada por algunos desde hace mucho tiempo y criticada por otros. Las principales críticas de esta ley son el deterioro de los edificios cuando se les quita los escudos como el yugo y las flechas, las insignias, las placas que aluden a los franquistas, y el hecho de que esta ley escribe de nuevo la historia. En 2007, Mariano Rajoy, presidente del PP, había prometido en caso de que fuese elegido cancelar la Ley de Memoria Histórica de 2007. Finalmente, no lo hizo. Pero con la crisis económica, el Estado y los gobiernos regionales casi ya no subvencionan las exhumaciones de fosas y los cursos a propósito de la memoria en la universidad, particularmente.
Por otra parte, desde los años 2000 la mayor parte de la sociedad española se atreve hablar del franquismo, como lo demuestran los testigos de los acontecimientos como E. Silva, las novelas como Soldados de Salamina (2001) de Javier Cercas, Inés o la Alegría (2010) de Almudena Grandes o El tiempo entre costuras (2009) de María Dueñas. En la televisión española, hay series como Cuéntame cómo pasó que trata sobre los últimos años del franquismo y sobre la Transición democrática, y que conoce un éxito mundial.

Ahora bien, el trabajo de recuperación de la memoria histórica en España conoce límites y la memoria queda conflictiva. En efecto, parece muy difícil juzgar a los franquistas, como lo muestra la película El silencio de otros (2018) de Almudena Carracedo y Robert Bahar. En 2008, el juez español Baltasar Garzón, famoso por haber trabajado en los crímenes de la dictadura de Pinochet en Chile, propone trabajar en casos de desapariciones en España durante el golpe de Estado de 1936. Garzón declaró que Franco, con 34 jefes franquistas, organizó un plan de exterminio sistemático de sus oponentes políticos y una represión que acabó con al menos 114 266 personas desaparecidas, de las que no se ha dado razón de su paradero, y que, a su juicio, constituye un contexto de crímenes contra la humanidad y de actos imprescriptibles. Algunos meses más tarde, la Audiencia Nacional declaró al juez Garzón incapaz para investigar. Fue una decisión del gobierno español que hizo imposible el trabajo de la justicia. Los argumentos aducidos en contra de su proyecto de investigar los crímenes franquistas eran la existencia de la Ley de Amnistía y que la inclusión en el derecho internacional del concepto de crimen de lesa humanidad es posterior al periodo en el que se cometieron gran parte de los crímenes franquistas. En 2010, el juez incluso recibió una queja de la extrema derecha española. Desde Argentina se está intentando llevar a cabo el proyecto de Garzón. De este modo se pretende agradecerle al juez Garzón su labor a favor de la justicia en los países del Cono Sur.
Es importante así mencionar los avances logrados en los últimos tiempos, materializados en el nuevo proyecto de Ley de Memoria Democrática, aprobada en septiembre de 2020 por el Consejo de Ministros. Entre los diferentes progresos que alcanzaría esta nueva ley, se puede mencionar la resignificación del Valle de los Caídos para convertirlo en un cementerio civil, la nulidad de las condenas aprobadas durante la dictadura, la retirada de títulos nobiliarios y condecoraciones franquistas, la entrada de la memoria histórica en las aulas, o el uso de fondos públicos para financiar exhumaciones e indemnizar a las víctimas, todo esto contando con el apoyo de organizaciones civiles. Por otra parte, la extrema derecha se opone a esta ley, argumentando que es una forma de adoctrinamiento y una forma de revivir los fantasmas del pasado, haciendo que ambos bandos vuelvan a estar enfrentados.
Conclusión
En definitiva, el tema de la recuperación de la memoria histórica en España sigue creando polémica y siendo un asunto espinoso en la sociedad española de la actualidad debido a dos factores principales. Para empezar, la falta de debates públicos, tanto políticos como civiles, acerca de la recuperación de memoria de los vencidos a partir de la instauración de la democracia ha provocado que este tema se vuelva tabú entre la sociedad española. Esto ha sido a su vez resultado de la ignorancia que ronda este tema, ya que la mayor parte del pueblo español no sabe con exactitud el significado de términos como “el pacto del olvido” o las consecuencias políticas y sociales que tuvo la Ley de Amnistía de 1977, debido a la poca información que reciben al respecto, sobre todo en escuelas e institutos.
Por añadidura, es de achacar cierta parte de culpa a la ineficacia de las instituciones oficiales del Estado a tratar este tema con más cuidado y delicadeza, ya que, en vez de tomar medidas una vez la democracia estaba establemente establecida, no se empezaron a desarrollar decisiones importantes como el apoyo a las exhumaciones o el reconocimiento a indemnizaciones por parte de las víctimas, hasta mediados de los años 2000. Esto ha provocado que todo el peso cayera sobre las asociaciones y organizaciones civiles, que aunque han realizado un trabajo muy importante tal como la denuncia de la situación a organismos internacionales o numerosas exhumaciones de fosas comunes, no han tenido los medios suficientes para elaborar una recuperación completa de la memoria de las víctimas.
Por lo tanto, en vez de mantener este silencio, se debería fomentar su debate y expansión en toda la sociedad civil española para ejercer una mayor presión en los partidos y lograr un mayor apoyo a este tipo de asociaciones para que los vencidos y las familias de estos consigan por fin obtener la justicia que tanto anhelan. Esto debería hacerse por responsabilidad política, no para buscar venganza ni enfrentamiento, sino para cerrar las heridas que tanto tiempo llevan abiertas.
Adrien Lavergne, président
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