El arte de volar es un cómic. Su autor se llama Antonio Altarriba. Nació en Zaragoza en 1952 y es un ensayista, novelista, crítico y guionista para cómics y televisión. Ejerce también como catedrático de literatura francesa en la Universidad del País Vasco. Altarriba ha colaborado con dibujantes españoles como Manuel Estradera alias Strader, Samuel Aznar o Rafa Estrada. Realizó El arte de volar con el dibujante Joaquim Aubert alias Kim, nacido en 1942 en Barcelona. En 2009, la obra fue publicada en España por las Edicions de Ponent y traducida en varios idiomas – francés, alemán, inglés, italiano, coreano y turco. Es famosa por todo el mundo. Los autores recibieron muchos premios gracias a esta obra, entre los cuales el Premio Nacional de Cómic en 2010 que es un premio otorgado por el ministerio de Cultura español.
El tebeo trata de la Guerra Civil española y de los grupos de acción social, sindical y política durante este periodo, a través de la historia increíble del padre del autor. El protagonista es Antonio Altarriba – su hijo tiene el mismo nombre. Nace en un pueblo cerca de Zaragoza. Como no quiere trabajar en el campo, se va a vivir a la ciudad. Cuando llega la Segunda República en 1931, Antonio empieza a interesarse por la política. Pero el estallido de la Guerra Civil en 1936 cambia el curso de su vida. Alistado por la fuerza en el ejército, decide evadirse y juntarse con los anarquistas. Al final de la guerra, con el movimiento de Retirada, Antonio tiene que huir a Francia donde está encerrado en varios campos de prisioneros. Cuando aprende la muerte de su madre, regresa a España en 1949 donde encuentra un trabajo de conductor en una fábrica de galletas gracias a un miembro de la Falange española. Luego, el protagonista acaba arruinado y depresivo en una residencia de jubilados. Obsesionado con el suicidio, Antonio llega incluso a pedirle a su hijo que le ayude. Finalmente, el 4 de mayo de 2001, a los 90 años, Antonio Altarriba se lanza al vacío desde el piso de la residencia. A todas luces, la obra se titula El arte de volar porque el héroe intentó volar a lo largo de su vida con las alas de la justicia, de la igualdad, del amor y de la honradez.
El arte de volar se divide en tres partes en el orden cronológico desde 1910 hasta 1985: “El coche de madera”, “Las alpargatas de Durruti”, y “Galletas amargas”.
Elegí analizar dos extractos de la obra (páginas 75 y 94) que destacan uno de los aspectos históricos de este cómic.
El primer extracto muestra el trato infligido a los republicanos exiliados en Francia. Se puede ver a una muchedumbre de gente necesitada que exhibe sus cuerpos, entre ellos una madre dice que su hija murió y enseña a su hijo para llamar la atención de los periodistas. Siguen tres fotos sacadas por la prensa que son retratos de tres personajes: Eusebio, un hombre tan flaco como un cadáver, una mujer arrugada y triste con su niño y por fin el protagonista Antonio que parece muy viejo y extenuado.
El segundo extracto revela el trato de los prisioneros de manera más general ya que no solo se trata de los españoles sino también de los judíos y de los polacos. Se ve a una multitud de gente en un campo nazi en Limoges. La viñeta precisa que estaban “más de mil”. El historietista califica el campo de “trastero de carne humana temblorosa”, lo que evidencia la crueldad inhumana de los campos nazis durante los años 1939 a 1945.
Así, estas viñetas son particularmente interesantes porque ponen en escena hechos históricos: la Retirada y la vida de los refugiados en los campos. Por añadidura, me gusta mucho la manera de denunciar el maltrato de los extranjeros en una Francia ocupada. Altarriba transmite la historia de su padre de modo comprometido, humano y sensible, y es admirable.
En definitiva, recomiendo leer El Ala Rota (2016), un otro cómic de Antonio Altarriba que trata de la historia de su madre. Es como la continuación de El arte de volar. Las dos obras forman un díptico donde los autores repasan la historia política española del siglo XX desde el punto de vista de los españoles obligados a guardar silencio durante la dictadura franquista. Lo que es a la vez muy interesante y muy chocante en este tebeo es que nadie de su familia, ni su padre, se dieron cuenta nunca que su madre no podía desdoblar ni estirar el brazo izquierdo. El autor subraya que es revelador del “silencio en que vivían las mujeres de su generación”. Según Antonio Altarriba, “eran invisibles, como ella hizo invisible esa minusvalía”. Dice que “son la trastienda de la historia”. El historietista denuncia así la supeditación de las madres y abuelas al poder masculino en una sociedad española patriarcal.
Adrien Lavergne, président
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